«… No me queda mucho espacio en el artículo, así que apuntaré sólo tres cosas. Una: qué extraordinario que ese «todogratis» se refiera sólo a los contenidos, a los productos creativos. Quiero decir que los fieros piratas electrónicos que se bajan por el morro todas las películas, las canciones y los libros, pagan sin embargo como corderos sus ordenadores o la conexión de ADSL. Dos: los músicos pueden ganarse la vida haciendo conciertos, pero ¿y un novelista? ¿Dando conferencias? Eso no tiene absolutamente nada que ver con la ficción, y si no tiene tiempo para encerrarse en soledad y escribir, acabará enmudeciendo. Y tres: una frase que leí en el portal de Menéame: «¡Es que estos artistas quieren pasárselo bien haciendo lo que hacen y que encima les paguen!». Nos ha fastidiado: y los médicos, y los carpinteros, y los relojeros, y los informáticos, y los vendedores de las tiendas Zara. Qué desconsuelo».
¿He dicho ya que Rosa Montero es una de mis articulistas favorita? Pues, eso.
Este es el enlace al artículo «Haciendo amigos entre los internautas», del que procede la cita anterior.
No tiene desperdicio.
Si es que la virtud está en el término medio. Hace ya una tira de años, cuando se vendían un montón de Cd’s y costaban 12 €, la inversión era de 3 €, con lo que ganaban 3 veces más de lo que costaba. Así lo están pagando hoy en día.
Sin embargo, cuando te gusta algo, no te importa pagar. Un ejemplo: me encanta Vázquez-Figueroa, pues él tuvo la iniciativa de publicar gratuitamente su novela Por 100 millones de dólares en la red, yo me la descargué en su momento, pero no la leí hasta que no me compré el libro, ya que no me gusta leer en el ordenador. Edición de bolsillo, pero me lo compré. Lógicamente, la iniciativa no tuvo futuro, pero… es un tema bastante complicado.
Hola, guapa:
Me alegra «leerte» por aquí :)
Efectivamente, lo suyo es un término medio. Por mi parte, estoy convencida de que mientras el precio sea razonable, los lectores prefieren pagar (a piratear). Lo que ocurre es que como siempre que existen dos posturas enfretadas, el diálogo circula por los extremos y Montero en su artículo subraya la ironía de que no se proponga, por ejemplo, la gratuidad de la conexión a internet (aunque hay grupos que sí la postulan) o de los ereaders/ordenadores y, sin embargo, se defienda tan firmemente que los contenidos sí lo sean. A mí, que pago por mi e-reader, mi conexión y mis contenidos (todos ellos), me resulta súper irónico.
Gracias por pasarte por aquí y dejarme unas palabras :)