Ayer pasé un buen rato leyendo entradas de mis blogs favoritos. Encontré que la cuestión de las portadas con que algunas editoriales buscan dar mayor exposición a sus títulos en novela romántica, sigue siendo un tema recurrente. En el mal sentido, claro. Me refiero a portadas como éstas de la que una de las autoras de las novelas se pregunta ¿dónde está la congruencia entre la época en que se desarrolla la historia y lo que muestra la portada? O sea, portadas donde la sensualidad se dispara y la calidad cae en picado, que ni siquiera se adaptan al contenido del libro.
Yo misma le dediqué espacio al tema (ver este post). Como escritora me molesta la idea de que la portada de una novela mía sugiera algo diferente de lo que contiene. Como lectora, hasta ayer, pensaba que me dejaba bastante indiferente.
En este post de Elena, una de las blogueras de Talismán, ella comenta que le sorprendió que una amiga le dijera que forra las tapas de las novelas románticas porque le da vergüenza leerlas en el metro. Para mí es una imagen familiar. No me sorprendió y fue eso -no sorprenderme- lo que me dio que pensar. Ya comenté en algún post que como lectora llegué a esta categoría bastante tarde y cuando me propuse publicar me encontré con que no conocía gran cosa de lo que se publicaba en el género. Me tocó leer en plan acelerado lo que se supone eran «novelas que no podía dejar de leer» y…
Forré muchas tapas. No tanto por vergüenza como por las ganas de tirarlas a la papelera que me daban cada vez que las miraba. Es que había algunas que se las traían… Aunque si tengo que ser completamente honesta, ha habido algunas otras que de primeras no sentí la necesidad de forrar pero al final, acabé tirando a la papelera igual. ¡Cuantos pelmazos me tragué por seguir el consejo de los «entendidos en la materia»!
Que la portada influye a la hora de comprar cualquier libro, especialmente si es novela romántica, es innegable. Las Smart Bitches publicaron un mensaje de una lectora que les decía que Sébastien Chabal, ese jugador francés al que apodan «el carvernícola» haría un estupendo héroe de portada de novela romántica. Solté la carcajada y pensé «¡qué dice! yo no compraría una novela que tuviera a ese tipo en la portada»…
Pero si tuviera a este…
¿Sabes qué? Acabo de darme cuenta que con lo visual que soy casi nunca pongo imágenes en mi blog. Y lo voy a remediar ya mismo. La ocasión lo merece.
Una novela que tuviera a este hombre en la portada, seguro, se vendería como rosquillas:
¿A que las fotos de Wikipedia no le hacen ninguna justicia? :-)
Qué agradable sospresa encontrarme con algo de novela romántica en este mundo de WordPress! Llevo poco tiempo con mi blog y hasta ahora no había encontrado nada, así que estoy dispuesta a devorar todos tus posts…
Dicho ésto, el tema de las portadas tiene tela. A mí me resulta especialmente molesto porque, uno, no se corresponde muchas veces con el tema de la novela,como bien dices, dos, porque más que ganas de saber lo que contiene el libro, dan ganas de salir corriendo. No entiendo esa relación de ilustración cutre de supuesto «amor apasionado» con el tema. Mi teoría es que quien decide sobre la materia es alguien que no las lee jamás, preferentemente hombre…
Menos mal que las nuevas colecciones se van dando cuenta de que no es un tema que entusiasme mucho a seguidores del género. Personalmente, las que sacan en Terciopelo o Manderley, por ejemplo, me parecen el no va más comparado con lo habitual, jeje…
esta muy bueno este articulo, saludos.
esta muy bueno el articulo
felicidades!!
EXITOS
lu!!