¿Cuestión de preferencias o de sensibilidad?
«Lo que quieren las mujeres: un hombre caballeroso». Así empieza un artículo que Marnie Pehrson publicó en su blog. Ella es una escritora norteamericana, que en entre otras cosas, escribe novela romántica. Refiriéndose a la frecuente inclusión de escenas íntimas explícitas en las novelas actuales de la categoría, reflexiona sobre si lo que queremos las mujeres es leer historias con héroes que, además de amor, dan a sus heroínas pasión subida de tono -ella usó la palabra «smut» (obcenidad)-, o si en cambio, creemos que nos va el erotismo cuando lo que en realidad buscamos y deseamos son héroes caballerosos, capaces de protegernos. Citando sus palabras «…las mujeres quieren ser protegidas y defendidas por un hombre viril que las mantenga a salvo no solo de villanos sino también de sus propios (los de «él») instintos básicos…». Obviamente, su reflexión va más allá de nuestras preferencias en cuanto a lectura. El texto completo de su artículo (en inglés), lo puedes leer aquí.
Sumergida hasta las cejas en la preparación del material promocional de mi novela «Bombón», que justamente tiene como protagonista una mujer que a todas luces necesita de su héroe este tipo de erotismo, me dio que pensar.
Lo primero que me vino a la mente fue que el «héroe» que una mujer puede disfrutar a través de una novela, no necesariamente tiene que coincidir con el tipo de hombre que quisiera como «héroe» en su vida: son nuestros ojos los que leen pero las vivencias son ajenas. Solamente las apropiamos temporalmente, pero sabemos que no son realmente nuestras. Personalmente, he disfrutado tanto de historias románticas clásicas como de otras eróticas… pero no me quedaría con ninguno de sus protagonistas.
Lo segundo que pensé fue que aunque cada mujer tiene su propio concepto de héroe, sí creo que en general, coincidimos en querer en nuestro compañero ideal, fortaleza de carácter, y que nos proporcione una cierta sensación de seguridad. De hecho, las tres protagonistas de mi serie Sintonías, aunque son bien distintas entre sí, ésto lo tienen en común.
Pero más importante que todo, pienso que la novela romántica toca cuerdas muy sensibles de sus lectoras: entra en temas delicados, de naturaleza personal e incide directamente en cuestiones de tipo moral y religioso. Sin embargo, a excepción del romance erótico que lo advierte claramente desde la portada, los demás subgéneros del romance deparan sorpresas a la lectora inadvertida: con eso de que el sexo vende…
Y no debería ser así. No se si estarás de acuerdo conmigo en esto, pero opino que en novela romántica se dan por hecho demasiadas cosas. Yo, que he leído a Robin Schone (erótica) sin despeinarme -y que por cierto, disfruté muchísimo de su estilo-, me descubrí frunciendo el ceño con algunas otras novelas y preguntándome «¿Qué hace esta escena aquí?».
Los conceptos de amor, pareja ideal y relación de cada mujer son únicos y van mucho más allá de una simple cuestión de preferencias: se enraizan en sus valores y también en sus sueños. Advertirle claramente qué va a encontrar en un texto y en qué grado, me parece mucho más importante que debatir sobre la necesidad o conveniencia de que en una novela (o película/obra de arte, etc.) haya sexo premarital, escenas subidas de tono o, directamente, sexo explícito.
Así describen en Jera Romance el grado de sensualidad de «Bombón», la primera novela de mi serie. Breve y claro. Sin sorpresas desagradables, como debe ser :-)
Creo que muchas veces ese tipo de escenas sale sobrando como en otras creo que vienen muy bien ligadas a lo que va aconteciendo en la historia pero creo que va en la forma en la que se la describa, uno entiende ciertas escenas y no es preciso llegar a lo grosero y con demasiadas explicaciones y detalles que en verdad salen sobrando y le quitan la delicadeza a la historia.
besos ^ ^
¡Hola, de nuevo Judith! No había visto estos dos comentarios pendientes ¡Disculpa!
Sobre las escenas… Sin duda, depende de cómo estén escritas (y lo que se describa). No es nada sencillo escribir este tipo de escenas, hay que encontrar el lenguaje y el ritmo apropiado a la historia. Sé que sorprende cuando lo digo, pero aunque he leído muchísimas (escenas explícitas), son muy, muy poquitas las que encontré adecuadas. Normalmente, leo la primera, y si no me ha gustado, las otras que aparezcan en la novela me las salto :)
Besos para ti también.