Innovación y novela romántica.

En las III Jornadas de Novela Romántica se ha abordado nuevamente el asunto de la necesidad de que las escritoras del género en castellano planteemos nuevos escenarios, personajes, y estilos. Diferenciación, dicen, es la palabra clave, pero ¿qué se entiende, exactamente, por «nuevos» planteamientos? ¿Hasta qué punto podemos abrir el abanico sin salirnos de los parámetros que buscan las lectoras al momento de seleccionar una novela? Y especialmente, ¿está el mercado romántico -lectores y editoriales- preparado para dicha innovación?

Empezaré por aclarar que ya encuentro innovador poder pararme delante de las estanterías dedicadas al género en mi librería habitual y encontrar historias románticas narradas por escritoras españolas. Da igual dónde se ambiente o quiénes sean los personajes, para mí son sus voces lo que las hace diferentes. Y además, me parece increíble verlas allí. Si lo piensas bien, es algo que hace tan sólo tres años no era posible.

También diré que, personalmente, creo que el género en español áun está en pañales -me refiero a que son pocas las autoras publicadas y pocos los títulos que se han publicado-, y que no creo que estén dadas las circunstancias adecuadas para hablar de innovación: la coyuntura económica internacional ha propiciado que un mercado «conservador» como el editorial, se haya vuelto aún más conservador.

Pero, volviendo al encabezamiento de esta entrada, ¿qué entendemos por «nuevos» planteamientos y hasta qué punto nos permite «innovar» un género con requisitos tan definidos como el género romántico? Presentar héroes estilo Bardem, en vez de estilo Beckham o escenas en la Playa de la Concha, en vez de en Bora Bora, estaría muy bien -para el que le guste-, pero ni tengo claro hasta qué punto podríamos llamar a esto «innovar», ni mucho menos aún que las lectoras lo perciban como tal. 

Luego, está la cuestión del mercado. No creo que las aficionadas a la novela romántica busquen algo distinto; más bien al contrario, creo que adoran el género, siguen fielmente a las autoras con cuyo estilo conectan, y como desde hace tres décadas lo que les llega masivamente es romántica anglosajona traducida, eso es lo que disfrutan y buscan. Eso es a lo que están acostumbradas. ¿Que puede cambiar con el tiempo? Desde luego, pero aún no lo ha hecho. Y ésto nos lleva al siguiente punto.

¿Qué sucede con las editoriales y la innovación? Bueno, creo que para comprenderlo no hace falta más que echar un vistazo a los títulos publicados de autoras españolas, y analizar cuántas se salen de la fórmula convencional, y en qué medida. Hay casos -editores jóvenes con proyectos innovadores-, pero el mundo editorial en general, no se caracteriza por arriesgar. Van sobre seguro y si una fórmula les funciona, repiten. Como cualquier negocio. ¿Que puede cambiar? Con el tiempo las fórmulas que funcionan pueden cambiar, sí. A medida que las lectoras descubran la novela romántica en español y les guste, y eso se vea reflejado en las cifras de ventas, la balanza se irá inclinando a nuestro favor.

Para mí la clave, hoy por hoy, no está en la diferenciación, sino  en el tiempo.

 

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6 comentarios en “Innovación y novela romántica.

  1. En los tiempos que corren, no es fácil que una editorial se arriesgue con algo nuevo. Y con nuevo me refiero a formas diferentes de narrar, sin los clichés a los que nos tiene acostumbrada la romántica anglosajona que venimos leyendo. Y eso no es bueno. Si la editorial que descubrió a Stethenie Meyer hubiera sido igual de conservadora, no habría existido el boom de Crepúsculo. Un boom que, por otro lado, buscan todas las editoriales, pero que esperan que llegue con un manuscrito en el que, un rótulo en negrita, diga “Ésta es”

    Creo que hay que arriesgar, hay que innovar en el género, hay que tratar de ir por delante. Los que se decidieron por autoras españolas ya han comprobado que acertaron. Ahora deberían animarse a dar más pasos, y uno, muy importante, sería el de innovar de verdad. Si una obra es buena, lo es aunque se desmarque de las fórmulas existentes, y eso puede determinar la diferencia entre una novela más del fondo editorial, o una maravillosa novela que todas queramos leer.

    • Sí, lo que planteas sería ideal, Ángeles, pero ¿es factible en novela romántica española, a medio plazo? Creo que no. Innovación y línea editorial van por caminos que, de momento, no confluyen. O al menos, esa es la impresión que tengo.

      En otros géneros las cosas son algo diferentes, pero el romántico tiene unas normas específicas en cuanto a lo que es admisible y lo que no, y apartarse de ellas -con éxito- toma tiempo y aún así, es complicado. Lo es en Estados Unidos, mucho más aún en España. ¿Cuántos libros tenía ya Suzanne Brockman en las librerías, cuando su editorial se avino a publicar como romántica, dentro de su serie The TroubleShooters, «All Through The Night» una historia cuyos dos protagonistas eran del mismo sexo? Hablamos del 2007, como quién dice «ayer», y el nivel erótico es tan bajo que se corresponde con el de una novela blanca.

      Respecto a la saga de Stephenie Meyer, ten en cuenta que no estamos hablando del género romántico. En USA, la primera (Crepúsculo) se publicó como Mainstream Fiction, y las tres restantes como Young Adult. Otro tanto, sucedió en España, primero la publicó Alfaguara -cuando ya era un éxito editorial en USA-, y posteriormente, a finales del año pasado, Punto de Lectura, pero no en su colección Romántica, sino en la de Narrativa.

      Es una faena, lo sé, pero tengo la impresión de que, por el momento, lo que nos toca es hacer excepcionalmente bien, (casi) lo mismo de siempre ;-)

      Gracias por compartir tu opinión, Ángeles.

  2. Creo que se habla mucho de innovar en el género, pero en el fondo a las lectoras no les gusta leer nada diferente y los editores no estan muy dispuestos a arriesgar. A ver…me explico.
    Yo soy lectora, además de autora, y cuando compro una novela romántica, lo que busco es una bonita historia de amor, ni más, ni menos ¿dónde está la innovación?
    A veces no entiendo ese afan de innovar, cuando bajo mi punto de vista, lo que debemos hacer es crear historias románticas que para eso se llama género romántico.
    Mi novela «Te lo dije», por los comentarios que leo, es una novela que NO tiene término médio. O gusta, o la odian. Para mi novela no existe en quizás, o un me es indiferente, o un no sé…. ¿Y sabeis? la verdad es que me gusta que sea así. Pues eso me demuestra que guste o no guste, no deja indiferente a nádie.
    A veces si arriesgas mucho, y más siendo autora española, la cosa puede no gustar. Las editoriales buscan cosas originales, eso dicen, pero luego cuando compras las novelas ves que es siempre más de lo mismo.
    Pienso comó tú, la clave es el tiempo.
    Un besote

    • Desde luego, menudo revuelo has organizado con tu novela, guapa… ¡Hubo días en que daba miedito acercarse a la pantalla del ordenador, por si salía algún puñetazo perdido y se estampaba en mi cara! Pero bueno, ya sabes, son gajes del oficio ;-)

      Me parece muy interesante que hayas dado tu opinión como lectora del género, porque llevas muchos años leyéndolo. Como sabes, no es mi caso. Así que, aunque ojalá la realidad fuera diferente, fuera como dice Ángeles, me tranquiliza comprobar que a ti lo que se publica te comunica el mismo mensaje que a mí: innovación cero. Vamos, que no estoy pecando de excesivamente objetiva… Hoy por hoy, estas son las reglas con las que tenemos que jugar. Si queremos jugar con alguna posibilidad de ganar, claro ;-)

      Gracias por visitarme, Megan. Otro besote para ti.

  3. Bien, yo ahora planteo: ¿y si a la autora no le apetece innovar? ¿es condición sine qua non para ver una obra publicada? Me temo que no, por las razones que apuntas, Patricia.

    A pesar de ello, en el último año nos hemos visto envueltos en una tendencia agobiante para el escritor (a mí me ha agobiado y mucho…) de quien intenta implantar la idea de que es imprescindible innovar «a puñetazos», «por norma», con la excusa de que «los editores están buscando….» Falsa excusa, por cierto.

    Actitudes que me han hecho sentir incómoda y desplazada; no lo he hecho y nunca escribiré «a la carta». Quizá me equivoque, pero antepongo mi satisfacción personal y no pienso ceñirme a modas o imposiciones. Por lo que vengo observando, un editor publicará una historia si esta le gusta, principalmente, y si le ve posibilidades en el mercado. Con todo, prefiero que mis manuscritos dormiten en un cajón a la espera de tiempos mejores antes que ponerme a escribir historias «ambientadas en… porque es lo que busca tal editor»….. «erótica, que es lo que busca tal otro»… «y con tu nombre real»… «ambientado en españa, con algo paranormal y con toque chiklit»… coletilla esta última que he llegado a aborrecer.

    Que cada autor escriba a su manera la historia de amor que le llene en ese momento. Me parece que se equivocan quienes tratan de imponer critérios propios con la excusa de que es lo que está demandando el mercado editorial, cuando a la vista está que no lo busca.

    • Sí, Olivia, creo que has «desempolvado» un punto fundamental… Desde luego, en todo este asunto a veces te quedas con la impresión de que lo último que importa son las razones por las que nos sentamos a escribir, lo que nos mueve, y nos emociona a nosotras, las escritoras. Y me gusta que lo hayas puesto sobre la mesa con tu estilo directo. Vamos, sin pelos en la lengua ;-)

      Para mí la libertad creativa y las decisiones del autor en torno a su obra o su carrera son incuestionables. Literalmente. Me parece tan normal que una escritora escriba a la carta, como que escriba exclusivamente lo que le apetezca cuando le apetezca, o que firme con su nombre real, el de su abuela, el que le sugiera la editorial, o como hizo Prince en una época, con un acrónimo. Por eso las preguntas sobre estos temas me sorprenden; a mí no se me ocurriría preguntarlas. Quiero decir que entiendo el punto anecdótico que puedan tener de cara al público en general; lo que no entiendo es cuando se convierten en una ocasión para cuestionar la validez de las respuestas.

      También creo que el hecho de que, por cuestiones económicas, el mercado editorial esté abriendo las puertas a novelas de autoras españolas nos está «revolucionando» un poco, y en el afán por consolidar esa tendencia, se generan situaciones y planteamientos que, en mi opinión, pueden hacernos perder de vista el bosque por ver el árbol. Esa es la razón fundamental de que escriba este tipo de entradas en mi blog: intentar centrar las cosas, analizarlas, y rescatar criterios que puedan ser útiles para nosotras, las escritoras del género. Hablo de útiles en el sentido de que nos ayuden a tomar decisiones con conocimiento de causa. Podemos hablar de innovación hasta que se nos seque la lengua, y estará bien -todo debate que impulse el género es válido-, pero a la hora de sentarnos a trabajar debemos tener claro cuáles son nuestras expectativas y cómo casan con lo que demanda el mercado editorial, para no llamarnos a engaño.

      Gracias por compartir tu opinión, Olivia… Y como tampoco es cuestión de ponerse excesivamente serio desde primera hora de la mañana, me despediré con una última «reflexión»:

      «¿Ambientado en España, con algo paranormal y con toque chiklit?» ¡Jó, qué miedo! ;-)

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